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sábado, 11 de junio de 2016

¡ALERTA DE BULLYING!

Existen una serie de indicios que pueden señalar que un niño o adolescente está siendo víctima de bullying o acoso escolar. Debemos estar atentos a la aparición de alguno de estos signos, ya que, en estos casos, la detección precoz es sumamente importante para evitar que la situación se cronifique y reducir las secuelas.

Algunos de los signos de alerta más importantes son los siguientes:

Son objeto de burlas y bromas en la escuela. Les llaman por motes ofensivos, reciben insultos… Los educadores deben estar atentos para distinguir si estas situaciones son bromas inofensivas entre los estudiantes que el niño acepta de buen grado o si, por el contrario, el niño no participa y sufre por ellas.

El niño suele estar involucrado en peleas en las que suele encontrarse indefenso y perder. Hay que saber distinguir entre un niño conflictivo que se mete en discusiones y otro que realmente no las está buscando sino sufriendo agresiones continuas.

Tienen poca actividad social: Suelen ser los últimos en ser elegidos para los juegos y deportes, se quedan solos en los recreos, intentan colocarse cerca de los profesores en el patio, nunca les invitan a casa de otros niños o a fiestas de cumpleaños…

Presentan dificultades para hablar en clase y parecen siempre inseguros y ansiosos.
Su humor suele ser triste y suelen parecer contrariados o preocupados. En ocasiones, pueden mostrar una gran irritabilidad.

Presentan dificultades para mantener la atención y la concentración, por lo que su rendimiento escolar va resintiéndose gradualmente.

Suelen “perder” objetos o dinero (que normalmente le entregan al acosador bajo coacción), llegan a casa con la ropa o el material escolar roto o estropeado…
Se niegan a ir al colegio, piden que se les acompañe o van por caminos ilógicos (pueden dar grandes rodeos para no encontrarse con sus acosadores). También se niegan a salir solos a la calle, llegando a abandonar actividades que antes le gustaban.

Presentan trastornos psicosomáticos y trastornos del sueño como insomnio, pesadillas, terrores nocturnos, enuresis (mojar la cama)… Los trastornos psicosomáticos (dolor de cabeza o de tripa) suelen agudizarse los domingos, ya que el niño empieza a pensar que al día siguiente tendrá que encontrarse de nuevo con sus acosadores y se angustia.

Tienen marcas de golpes o arañazos que no saben explicar.



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